En estas fiestas se nos va a ver el plumero. Las plumas han acompañado la vestimenta fiestera a lo largo de los años, generalmente a base de tocados, pero este año dan el salto y las encontramos también en espectaculares toreras y faldas.
La falda rosa empolvada de Mango ya la tenemos más que vista pero me sigue resultando preciosa. Aún así no me la compraría porque mi problema con esta prenda es el volumen. Con ella puesta, como tengas un culo un poquito generoso, puedes parecer un avestruz o si nos ponemos en lo peor el mismo Gallo Claudio.
Otro hándicap de las prendas de plumas es precisamente su espectacularidad. Son tan llamativas que su utilidad queda limitada a eventos especiales, que si no eres Olivia Palermo o Michelle Obama, suelen ser casi ninguno. Así que lo más probable es que su destino sea morirse en una percha dentro del armario. Por eso una manera de amortizar una inversión en plumaje puede ser a través de la compra de accesorios. Por su buena relación aspecto/precio nos quedamos con los tocados de Accesorize y el bolso de Asos para emplumar nuestro outfits.
Este post ha traído a mi memoria la colección especial de Matthew Willamson para H&M del año 2009, donde el vestido con estampado de pavo real (o Peacock Print para las más sabidas) fue el que alzó aquella primavera con la estatuilla al más deseado.
Este rollo de abuela cebolleta de la moda que acabo de soltar viene porque revisando Topshop me he dado cuenta de que las tiendas inglesas aún siguen en la edad del print pavo. Así que aquellas que les echen para atrás las plumas reales de volúmenes en tres dimensiones, pueden animarse con las estampadas (o 2D) mucho más discretas y… además no dan alergia.
El blusón blanco o lo que sea de Topshop ha conseguido que invente un símbolo contrario a la estrella para definir a la prenda más horripilante que he visto. ¡Rayos y truenos para él! … aunque las medias no se quedan atrás.
¿Se te ve el plumero o prefieres las plumas en print? ¿Qué prenda te gusta más?